En un país en dónde nadie se salva de la corrupción ya no sorprende ver que la familia real sea corrupta, o que prácticamente todos los partidos políticos en España sean corruptos, o que incluso los que –supuestamente- ayudan al pueblo sean corruptos. Es un país en decadencia, en ruinas, en vías de subdesarrollo con muy pocos síntomas de prosperidad o recuperación. Un país tristemente manejado por una panda de incompetentes que no tienen estudios, no tienen experiencia ni cualificación, no son profesionales y ni siquiera saben idiomas (bueno alguna sí…). Es un país con un pueblo sin autoestima, sin motivación, con grandes dotes de egoísmo y demasiados aires de grandeza, en dónde quien puede se va para buscar algo mejor y quien no puede se queda para no perder algo peor. Un pueblo que hace del individualismo su mejor filosofía, y de la picaresca su mejor arte. Un pueblo que no sabe concienciarse, que no sabe rebelarse, que sigue sentado como un pasmarote mientras ve cómo día tras día va perdiendo las bases de su educación y su bienestar social. Es un país que sigue dirigido en la sombra por grandes corporaciones y compañías que únicamente velan por su interés haciéndose valer de sus grandes arcas llenas de dinero para otorgar financiaciones irregulares y ser beneficiarios de políticas fiscales a medida con nula ética o moralidad. Es un país en el que me da verdadero asco vivir.
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